jueves, 7 de marzo de 2013

Las Canas de mi Abuela


En las canas de mi abuela descansa, suave y hermoso, el tiempo incomprensible de los días cosechados al rocío de la mañana; de los campos anegados de sudor, porfía, paciencia.


En las canas de mi abuela fermenta la vida. Son el pozo de donde bebemos las ramas menores; cabecita de luna, trozos de estrella llevas asido en cada cabello que donó su color al tiempo, al mundo... Un mundo que se pinta con los colores que todos los viejos han quitado a su cabeza.


Las canas de mi abuela son el cobijo donde transcurren los días, los fandangos de primavera, la sentencia que lanza el río al caer la tarde. El aliento de fruta con que se viste la noche, la mansedumbre del rostro amigo surcado por la sonrisa, la calidez de la piel tostada por los años, la virtud del silencio y la palabra exacta, el furor de la vida cuando despierta la sangre, el pacto indoloro con la soledad, confluyen en ese bosque albino y nocturnal, flores de caña en vilo, donde se pierde el recuerdo de la muerte.


Abuela y madre del mundo éste que nos hemos construido a partir de su tronco, palo de rosa, pilar seco y firme de copas platinas. Son el mundo y son la muerte correteando con la vida; todas las generaciones, todos los mundos posibles se tornan grisáceos y se disfrazan, uno a uno, en las canas de mi abuela.

viernes, 15 de febrero de 2013

Nocturno VI (Tu Nombre)


Antes de tus ojos,
 antes de tus labios,
antes del polvo que exhala el camino,
del arrullo del rio con que duerme la noche,
antes de la calandria y los grillos,
del viento cálido del sur
que quema el rostro y aviva los recuerdos,
antes del maíz bondadoso
y del dulce de yuca,
de las mujeres exhaustas
piel de piloncillo,
antes del sudor embravecido
por el sol de primavera,
de los frutos maduros de tu cuerpo,
de tus venas chispeantes de fresca miel;
antes del jornalero y la caña,
del aguardiente y el jobo…
Antes de mi pecho,
aún antes de mi voz
era tu nombre, propio,
cimiento de mis gritos,
silencio de mis campos.